Daniel Alberti y su vuelta a Malvinas luego de 35 años de la guerra

En el año 2017, revista Urbano entrevistaba al ex combatiente Daniel Alberti que luego de 35 años volvía a pisar sueño malvinense. Hoy, a 42 años de aquella gesta, rememoramos esa imperdible nota realizada por Carlos Sanchez, como homenaje en este día tan significativo para todos los argentinos.

En 1982 vivió en carne propia el conflicto bélico en las Islas Malvinas ante la potencia militar de Inglaterra. Pasó hambre, se acostumbró a convivir con el miedo, vió morir a varios de sus compatriotas y estuvo al límite de perder la vida. Logró sobrevivir y tras la derrota retornó al continente en silencio. Volvió a Magdalena en donde estuvo 10 años sin hablar de la guerra. Se juró a si mismo no olvidar, retornar a las Islas y homenajear a sus compañeros que dejaron la vida. Luego de 35 años, volvió a Malvinas junto a su familia, aquellas islas a las que había llegado siendo un pibe y de las que se fue hecho un hombre. Daniel Alberti cumplió con ese designio histórico que marcó su vida para siempre y lo relata en este diálogo imperdible junto a Urbano.  

«No quiero morir, sin volver a Malvinas», expresó en la edición N° 1 de Urbano, Daniel Alberti, allá por 2006. Pasaron once años de aquella entrevista que fue la primera tapa de la revista. En febrero de 2017, junto a Bety -su señora- y Nahuel -uno de sus hijos-, retornó a Malvinas. Fueron siete días muy especiales, en los que logró cumplir con su promesa para estar en paz con él mismo. Luego de 35 años de la guerra Daniel volvió a las islas y relata su experiencia de vida. Además, cuenta su deseo de regresar en un futuro.

-Urbano: ¿Cómo fue que surgió y cómo ha sido el viaje?

-Daniel Alberti: Hace mucho tiempo tenía la intención de volver a Malvinas. Es un destino muy caro, decidí empezar a juntar para poder realizarlo y quise llevar  a mi familia. Fuimos con Bety y Nahuel (esposa y uno de sus hijos, respectivamente). La decisión fue difícil porque a uno se le cruzan mil cosas que te pueden pasar, no sabes cómo te van a tratar, no sabes qué fantasmas de la guerra te vas a volver a encontrar, cómo vas a reaccionar. Fue bastante duro y casi traumático planear el regreso, pero tenía que hacerlo, era una deuda pendiente conmigo y con los que quedaron. Cuando uno dice que no hay que olvidar no es solamente la palabra, y no olvidarlos es volver a pisar la isla y estar un rato con ellos.

-U.: ¿Las primeras sensaciones de cuando vas llegando a la isla?.

-D. A.: El día 10 de febrero salimos de Río Gallegos con un montón de nervios, ansiedad, susto. Son mil sensaciones distintas. Cuando aterrizamos en Río Gallegos y ver que nuestro destino decía Puerto Argentino, que salía el avión, fue impresionante. Muchas veces tuve lágrimas en los ojos después de saber que iba a subir al avión que me iba a llevar a Malvinas, fue una sensación única e inexplicable. Tomado de la mano de mi mujer, de mi hijo, lo hizo más emocionante aún. Cuando el avión aterrizó… volver a pisar casi después de 35 años Malvinas nuevamente, sostenido por los afectos, por la gente que me quiere, que me preguntaba, que me acompañaba desde Magdalena y muchos lados más, fue una sensación muy extraña. Me largué a llorar nuevamente, pero traté de aplacar las lágrimas para no darles el gusto de que me vieran vencido. Fue único volver a estar y ver los caminos que había recorrido, es una sensación sumamente extraña y quizá muy dIfícil de explicar.

-U.: ¿Que fue lo que pudiste hacer en Malvinas con tu familia?

-D.A.: Fue una semana muy intensa en la cual en siete día me pasó la vida, era como si núnca me hubiera ido de allí. Recordaba perfectamente los lugares, recordaba un montón de historias. El primer día, como llegamos a la tarde, recorrimos las calles céntricas de Puerto Argentino y verlas desde hoy en comparación a lo que fue en la guerra, ver las distancias que habíamos hecho en invierno, con el equipamiento y armamento que teníamos, hoy me parece que fue una cosa de locos que a los 19 años lo podíamos hacer. Sentarme frente al mar y ver pasar mil recuerdos, caminar frente al hospital donde estuve los últimos días, ver la casa del gobernador, ver el lugar donde vi arriar la bandera Argentina y poner la bandera Inglesa. Muchas fisonomías del pueblo no han cambiado, es muy poco lo que ha cambiado. Trancurrió un primer día muy extraño, tal es así que me acosté a dormir y a las 23:00 de la noche y 04:30 de la mañana me vestí y salí a caminar por la isla, esperé la llegada del amanecer con una sensación extraña, tenía una sensación de paz y eso que todavía no había hecho nada. Caminé casi una hora y media y me sentí chico de nuevo, me sentí con todos los recuerdos presentes, con todos los fantasmas, con los traumas de Malvinas encima, pero me sentí en paz.

-U.: ¿Esos recuerdos tenían que ver con qué?.

Esos recuerdos fundamentalmente fueron cuando venía de llevar las cartas al correo, encontrar el correo de la misma manera que lo dejamos, nada más que ahora es correo inglés, ver la cancha de fútbol inclinada, que mil veces les dije a mis hijos que había una cancha de fútbol inclinada. Subir a los cerros y ver los rezagos de la guerra, los pozos de las bombas, encontrar esquirlas que aún en el día de hoy, después de 35 años, sigue teniendo el filo mortal que tenía en su momento. Recordar mentalmente imágenes de dolor, de sufrimiento de quienes han sido heridos, la verdad que fueron sensaciones raras. Caminar por la turba y decirles «con esto cocinabamos». Y eso que viví en este momento , en el mes de febrero, temporada alta, el clima es «benigno», puede cambiar rápido, podés tener sol y al rato lluvia, viento, el viento cuando pega es interesante, fuerte. Ver cocinas, los rezagos, camiones. Me llama la atención porque esa es mi historia, poder contarla al frente de mi hijo acompañado de un combatiente que nos encontramos en el avión,  que pudimos compartir con nuestras familias todo lo que vivimos y contarcelo a nuestros hijos en la cara, fue una sensación única e irrepetible, me llenó de lágrimas. Mirar a la distancia para ver a alguien, abrazarlo y llorar en paz lo hice un montón de veces y la verdad que quizá fueron las lágrimas que no pude derramar cuando nos tuvimos que ir de Malvinas. Fueron muchas y en distintos momentos, pero demuestran mi orgullo y mi homenaje a los que quedaron. No todo fue recorrer las íslas desde la guerra, también tuvimos un paseo y poder ver partes de la ísla que no conocía, reconocer por qué luchamos. Fue pasando todo, una pingüinera, un lugar de fantasía con la colonia de pingüinos emperador  con mar de aguas turqueza, con fondo a pIeno sumamente finitas y blancas que con un día de sol hubiera sido como cualquier día de playa del caribe, la verdad que encontré bellezas que no había visto durante la guerra.  Siempre lo dije, Malvinas en la guerra fue gris, todos los colores que conozco eran en las escalas de los grises o los marrones oscuros,y hoy pude ver una Malvinas de colores y también de recuerdos.

-U. :¿En uno de los momentos en Malvinas estuviste en el cementerio?

-D.A.: Si, eso seguramente fue lo más difícil y duro de llevar. Cuando uno ve de lejos el cementerio se te parte el corazón, querés tener ánimo para que no te vea tu hijo llorando, pero es imposible porque a muchos de ellos yo los conocía y cuando entramos, lo hicimos abrazados con el otro combatiente, fue llorar un mar de lágrimas, fue volver a decir «acá estamos», fue decir está prohibido olvidarse de símbolos de ex combatintes y fue rendirles un merecido homenaje. Hubo gente de Magdalena que me dio rosarios bendecidos para dejar en las cruces, fue caminar y tocar cada una de las cruces, fue cumplir una idea descabellada que siempre había tenido de volver, porque sabía que en la lotería de la vida me había tocado volver, pero pudo haber sido cualquiera y lo teníamos presente, entonces quería estar cinco o diez minutos acostado en ese cementerio viendo lo que ellos ven, sacarle una foto a ese cielo y agradecer por lo que me tocó. Por lo que uno evalúa después, pude no haber tenido nada y tengo familia, tengo hijos. Transité mi vida, los vi crecer, los veo que estan a punto de recibirse.Tengo sobrinos, pude compartir mi amistad con mis amigos de Magdalena que siguen siendo los mismos de siempre, los que me bancaban, acompañaban y sostuvieron. Me transitó la vida en minutos y en la debilidad de las lágrimas pude sentirme fuerte, pude sentirme vivo, es una sensación sumamente extraña que no es fácil de explicar . Ver tumbas que dicen «soldado solo conocido por Dios», es muy duro porque en este país tenemos una triste historia con los NN y ellos no son solo conocidos por Dios, llegaron con un nombre, con una familia y con un país atrás y merecen tener su identidad. En las tumbas que si tenían identidad y encontraba a un compañero fue terrible, porque dolía los NN, pero también dolía el conocido. Pude hacer una ofrenda que había preparado desde Magdalena, porque es muy duro ingresar y sacar cosas de Malvinas. Pude llevar tierra desde el frente de mi pieza con una moneda de dos pesos en conmemoración de los 25 años de la guerra de Malvinas, con una medalla de la Municipalidad y una bandera Argentina. Lo único que perdura son las cruces blancas inmaculadas y las placas de marmol.  Fue sumamente duro porque en esas placas pudo haber estado cualquiera de nuestros nombres. Sacar fotos y ver la inmensidad y la cantidad de cruces que hay, y que 123 todavía no tengan su identidad duele mucho. Hace años que se viene demorando y luchando para que las recuperen desde los centros de combatientes de muchos lugares y parece que estamos cerca de la oportunidad de que finalmente sepamos quien descansa en cada tumba.

-U.: ¿En esos casos que se hace?

-D. A.: Se hace a través de organismos internacionales y un montón de gente más que colabora. Hicieron un relevamiento de campo hace unas semanas antes de que yo llegara para hacer los estudios cuando les llegue la autorización, para poder hacer la escavación y hacer muestra de ADN a cada uno de ellos.

-U.:¿En total son 649 nuestros caídos?
-D.A.: 323 han sido del crucero Gral. Belgrano y el resto fue en combate, pero eso es una parte porque la guerra terminó el 14 de Junio pero para los combatientes no termina más. Hay más de mil que se han suicidado en ese camino desde el 14 de Junio. Malvinas es una herida que no cierra por más que uno no tenga cicatrices físicas tiene cicatrices en el alma. Somos tipos con una vida difícil, con mucho dolor encima, con poca contención del estado desde que volvimos. Tal es así que en 35 años solo me hicieron un chequeo médico y psicológico y esto hace ya más de 15 o 20 años que los que lo podemos superar y sobrellevar  fue pura y exclusivamente por contención familiar y de los amigos que no me fallaron núnca. Un pueblo de Magdalena que me entendió porque yo pasé 10 años sin hablarle a nadie de la guerra y me respetaron. Un pueblo que hoy me deja entrar en sus escuelas y contarles mi relato y recibir el cariño de los hijos de este pueblo que emocionan, enorgullesen, que hacen bien. Compartir mis vivencias y para que núnca más se repita. Hoy la recuperación de Malvinas sea cual sea el tiempo que se tarde tiene que ser a través de un escritorio, y núnca más a través de una bala.

-U.: La noche de cada 2 de abril, acá en Magdalena hay una ceremonia tuya íntima con tu familia, cuando recién arranca el 2 de Abril a la media noche en el monumento que tenemos aquí en la plaza Garibaldi. ¿Cómo viven ese momento?.

-D.A.: Si, en lo personal siento más difícil el tránsito del 1 de abril que el del 2 de Abril. El  2 está el hecho consumado, ya llegó, pero la previa es difícil, es un día que se me vuelven las imágenes más rápido que otras veces por más que uno a Malvinas lo tenga presente los 365 días del año, convive con eso. Pero el 1 de abril es muy difícil y como se hace en muchos lados, se hace una pequeña vigilia en homenaje a los caídos y se prenden velas en los distintos monumentos del país. En Magdalena somos muy pocos, hace muy poco tiempo vino Galloso, el sub-oficial López y empecé a hacerla. Primero eran cuatro velas, luego  diez, quince, veinte. No importa la cantidad, sino lo que sientan, a mi no me gusta obligar a nadie ni pedirle a nadie que vaya. Puede que vaya quien lo siente, que vaya el que lo quiere, con estar yo presente ya me siento bien, es muy personal. A veces hablo muy poquito no me gustan discuciones en el momento, pero es un momento íntimo de volver a transmitir, sentir ,llorar, decir no puedo olvidar , con una sencilla vela es un humilde homenaje a los que quedaron. A este monumento lo hizo gente de Magdalena de obras sanitarias, a pulmón, sin pedir nada, en la plaza de Villa, en la plaza que está a una cuadra de mi casa, en la plaza que me crié, jugué, estudié, me puse de novio y un montón de cosas. Entonces, es un lugar muy especial para mí.

-U.:En cada palabra tuya se te siente orgulloso y humilde a la vez. ¿Por qué ?.

-D.A.: Yo creo que pasa por el amor de la famlia, la contención y los valores que nos han transmitido nuestros viejos. Hacer de la amistad un culto, ser amigo del amigo, en lo posible tratar de ser un mejor padre que uno pueda ser, ser un buen tipo. El mejor orgullo en la vida es siendo buen tipo y trato de serlo todos los días, a veces me puede salir y a veces no, pero es difícil. Somos personas difíciles con muchos problemas irresueltos que a veces nos cuesta sobrellevar,  pero gracias a la contención de todos ellos las he podido sobrellevar. Hay heridas físicicas y en el alma, las del alma no se curan muy facilmente, las tratamos de sobrellevar de la mejor manera posible. Malvinas está presente siempre en cada lugar, lo noté a la vuelta con el reconocimiento de las llamadas, mensajes, muestras de afecto. Para Magdalena soy un poquito Malvinas y el haber estado allá fue un objetivo cumplido, llegar a estar donde se produjeron los peores combates que fue en Monte London, casi hasta cuerpo a cuerpo, donde los Ingleses reconocen la valentía de los soldados argentinos, no podían creer que eran soldados gratuitos que estuvimos con la misma ropa desde que llegamos hasta que nos volvimos, que no solamente peleamos la guerra de Malvinas contra el enemigo más leal que fueron los ingleses sino que también la peleamos contra una parte de nuestro ejército,la peleamos contra el clima, la peleamos contra la gente, la peleamos contra el terreno, hubo lucha contra el hambre, entonces es muy difícil de sobrellevar todo eso y cuando uno esta allá los recuerdos se hicieron todos presentes. Tal es así que hay una historia que yo la he contado muy poco en el gimnasio y quizá vale la pena decirlo hoy porque tengo testigos. Uno hace el culto de la verdad pero a veces cuando hay un testigo es mucho mejor, siempre dije que en un gimnasio, donde estábamos prisioneros de guerra, en una parte había un depósito donde estában muchos cadáveres, no te puedo decir la cantidad si diez, treinta , cuarenta, pero eran muchos, apilados como si fueran maíz, enteros, en pedazos y yo entré y los vi y con quien me encontré en Malvinas me dijo yo también abrí esa puerta y los vi, sirvió para que confiaran en mí, que uno no miente, que uno dice la verdad y que quizá todo lo que cuenta es solo una parte porque muchos no van a creer lo que estos ojos vieron. Fue una guerra difícil contra un enemigo entrenado y capacitado, nosotros soldados con armas obsoletas viejas,  con hambre, frío, sin relevo, contra un clima que es terrible, el día que fuimos a Monte London, que era febrero, mi hijo lo pudo ver, mi mujer también, teníamos un viento intenso con mucho frío, lluvia y niebla, en ese lugar se combatió y se murió por una bandera, no había otra recompensa y nos sentimos orgullosos de haberlo hecho. Quizá mucha gente no entienda y sea difícil de explicar los lugares donde combatió. Quizá mucha gente no entienda lo que fue ver heridos que les faltaba una pierna y decir gracias a Dios estoy vivo o el sacrificio que fue el traslado de 10,12 kilómetros en una manta o en una camilla con gente herida, hubo que estar trabajando dos días en el hospital con un montón de heridos y no saber que hacer y solamente con el sencillo hecho de ponerle un paño y acompañarlo ya era un logro tenderle la mano a un herido. Malvinas es difícil, hoy quizá vengo un poco más reconciliado conmigo por haber estado, por haber dicho presente, por haber llorado lágrimas que no había llorado, por haber visto colores, por que la historia y la greografía nos sigue mostrando que Malvinas son parte de nuestro suelo por más que las habite gente que habla otro idioma y piensa de otra forma. Malvinas es una parte de nuestro territorio y núnca nuestra bandera va a poder flamear felíz hasta que no se recuperen, siempre en paz, es la forma, no creo que exista otra. Quien vivió la guerra sabe el horror y el dolor que todo eso genera, por eso la única lucha que concibo es por la paz.

-U.:¿Tuviste miedo de perder la vida, tuviste un momento límite?

-D.A.: Si, lo del miedo es algo raro. Tuvimos miedo siempre, pero es como cuando tenés miedo uno, dos, tres días, ya es parte tuya y ya lo compartís. Dos veces estuve muy cerca, una era una ola expansiva, me salvó que me tiró a un pozo y escuche las esquirlas por arriba y cuando escuchaba las esquirlas el efecto que producen es terrible. Mostrarle los pozos que producían las bombas a mi hijo y a mi mujer era impresionante, nosotros estábamos en un lugar que era afectado por el  bombardeo naval y aéreo.

-U.:¿Vos Daniel en qué parte estabas?

-D.A.: Yo estaba en Moody Brook, es arriba del cuartel del Royal Marine en un cerro que se veía Puerto Argentino. Se veía la bahía de enfrente, se veía Monte Dos Hermanas, Monte London, Monte Queen, distintos lugares que recuerdo. Transitar en esos lugares fue raro.La  verdad que muchas veces me venció la emoción y ver la diferencia de las bombas de lo camiones, de los barcos, aviones, las dimesiones, fue sumamente raro.

-U.:¿Con este viaje pudiste ver otra Malvinas?

-D. A.:Yo creo que al trato lo modificó mucho el haber ido en familia, ver una familia no es lo mismo que ver un grupo de combatientes porque ellos se lo imaginan, ven una familia caminando por la calle y te saludan. El trato en los lugares que visitamos fue cordial, son tipos  respetuosos del orden al manejar, luz de giro, ponerse el cinturón, frenar, ver las esquinas, andar a 40 kilómetros por hora con penas graves a los que trasgreden algunas cosas, no ven el cinturón y te sacan automáticamente el carnet,en la comida es sumamente importante el desayuno, la cena bien. El trato es cordial,  salvo que en una caberna de ellos, muy de ellos que entramos para conocerla y mientras Bety sacaba fotos había un patobica inmenso, yo estaba de espalda pero aparentemente algún tipo de gesto que vió mi hijo que no le gustó, quería irse él y nos fuimos, no nos dijeron nada, no nos trataron mal pero aparentemente fue el único lugar denso de todas la isla y despúes encontramos mucha mas gente de lo que uno cree que habla español, ya sea argentinos, chilenos, peruanos y hay ingleses que nos trataron muy bien. Íbamos con mucho miedo, uno exponía a su familia, no sabía cual iba a ser el nivel de agresividad o no, cual iba a ser el grado de atención que ibámos a tener ahí y la verdad que íbamos a un restaurante que estaba ahí a 10 metros de la habitación de nuestro hotel y había soldados ingleses. Había gente de trabajo y núnca nos hicieron sentir mal. Era el cumpleaños de Bety el 14 de Febrero, estábamos en Malvinas, fuimos a un restaurante le dije al mozo si podía conseguir una vela sencilla, nos pusimos a cantarle el feliz cumpleaños y las mesas de atrás empezaron a cantarle el feliz cumpleaños en inglés también, eso fue una muestra de humildad. La verdad que nos sentimos muy bien acompañados porque no lo esperaba,  aplaudieron y todo cuando le cantamos el feliz cumpleaños, la verdad que súper bien. Lo único que uno se asusta es la base militar, es muy grande, muy protegida, con mucha gente y con un trato cordial pero seco. Los nervios de querer pasar, el sueño de cada uno de nosotros es traernos una piedra, turba o algo de Malvinas para tener en mi casa y decir por esto luché, por esto fui y tener un pedazo de turba en la valija y rogar que no te la abrieran. De las tres valijas, la de Bety pasó, la mía pasó, la de Nahuel, que había comprado una caja de fósforos para traerle a sus amigos, en el escáner saltó y la valija que abren la controlan a full. A vos te ponén al frente de una mesa, abrías la valija, te tenés que retirar unos pasos para atrás y una mujer de la aduana revisa centímetro por centímetro la valija y la ropa,y lo que encuentran que no es tuyo lo retienen. Nahuel, se traía unas piedras y un poco de arena y turba y lo tiraron absolutamente todo junto con la caja de fósforos. Desde ya es mucho peor que uno intente traerse alguna munición o algún rezago de guerra. Es un momento difícil cuando te llaman de atrás y te controlan, vos imaginate que si perdes el vuelo te hacen quedar una semana ahí y no tenés posibilidad de salir,no hay otra salida. Solamente tienen dos presos que son españoles y los hacen realizar tareas comunitarias. Otra cosa que me llamó la atención fue que todos los días entraban a los puertos de Malvinas entre diez y catorce barcos porteros que son los que pescan calamares y se calcula que en la temporada hay másde 400 barcos que van a pedir permiso de pesca, que van a pedir permiso legal, no se sabe la cantidad que hay, son los que están sobre nuestros mares. Ver los campos minados en unas  playas magníficas de arenas blancas y el mar turqueza, ver los pingüinos, la poca vegetación rara que tienen pero verla ahí, ver nadar delfines al frente tuyo, subir a un faro y ver todo el mar, la verdad que las casas son de distintos coloreses, un lugar que lo vi lindo. Lo vi más mío que núnca a pesar de que no lo pude disfrutar y es totalmente sentirte ajeno a todo eso, sentirte totalmente visitante porque en cada lugar en cada cosa que ves, flamea la bandera inglesa, flamea la bandera de Malvinas. Tal es así que los chicos tomaron algunos helados y los vasitos de helado están con la bandera inglesa. Entrabas a un restaurante y en toda la vuelta del restaurante había más de cuarenta banderas inglesas, en el Bar de Glow en el cielo razo todos son banderas Inglesas o de Malvinas. Volver al cementerio es volver a los diecinueve, me volví a sentir un chico de nuevo, duro, pero cuando salía, salía con lágrimas pero con cierta paz del deber, medianamente, cumplido y con la sensación rara de que quizá algún día vuelva, vuelva sin los tabúes, sin los miedos, sin todas las cosas que uno llevaba en este viaje. Fue distinto. Hicimos tres excursiones para no estar compenetrados en la guerra en sí, la verdad que pudimos disfrutar. La gente que nos llevó era un argentino casado con una malvinense que también había vivido en Argentina, tomando mate, contándonos cosas, un trato muy ameno. Esta todo centrado más que nada en lo que quedó de la guerra, los piasajes, las colonias de pingüinos, el día que llegan los turistas de cruceros no alcanzan los autos del pueblo, te llama la atención, yo fui al baño despúes de que se habían ido los cruceros que habían salido casi 1800 personas  y no podía creer el grado de limpieza que había en esos baños, culturalmente son distintos. Impecable con todos los sanitarios funcionando, limpios, ningúna rayadura en la pared. Ellos respetan las normas sin ningún tipo de problemas, tienen policía militar, el hotel tenía una alrma que te prohibia fumar adentro de la habitación, si vos fumas suena esa alarma que está conectada a los bomberos, si vos fumas vienen los bomberos, te hacen la multa. Tienen un grado de pulcritud y de orden que para nosotros resulta increíble. La costa tiene mucho mar y ensenada adentro, tiene playa. Es más, el día que hizo 20° frente a un barco había un grupo de 15 chicos bañandose y yo digo acá se estaban bañando, el fondo del mar es una arena rubia, blanca y suave y se estaban bañando como cualquier playa de las nuestras. Otra cosa insólita que nos pasó fue que estábamos ahí en ese lugar de la playa con el otro combatiente, su señora, sus dos hijos, Bety y Nahuel tomando mates y veo que de frente parecían dos patos volando juntos, cuando los veo más de cerca eran dos aviones de guerra que hicieron un vuelo muy rasante, muy bajo como amagando aterrizar en el aeropuerto viejo que estába ahí nomás.Hicieron un giro redondo de 360° y volvieron a pasar, mi mujer, la otra señora y los chicos lo vieron, la cara de susto, asombro que vivímos nosotros eran los mismos ruídos que habíamos oído en la guerra, eran los aviones de guerra pasando, fue raro. Me pasó dos veces también reconocer Malvinas por su olor, el día que había humedad, la turba y los olores en particular eran la Malvinas que yo conocía. La Malvinas de la niebla, el frío, el viento, de que sabíamos que había un sol pero que no estaba. Recordar el 14 de Mayo haciendo guardia en una manzana por el cumpleaños de mi madre, me vinieron miles de imágenes. La verdad que es como una canción de Violeta Parra,de volver a los diecinueve, esto fue lo mismo.

-U.:¿Tuviste la sensación de, a la distancia, decir como puede ser que hayamos hecho esta guerra?.

-D.A.:Uno evalúa con el tiempo y con lo que ha leído y con lo que va aprendiendo que fuimos a defender un gobierno que se caía de este lado y los ingleses fueron a defender por decición de la Teacher, un gobierno que estaba tambaleando también. Fue ver quien era más fuerte, nada más que nosotros peleábamos con uno de los más poderosos y nosotros éramos nosotros con armas viejas y un montón de cosas que no se pueden creer. Llevamos mauser que eran de 1907, llevamos armas 1950, ellos pelearon un día y descansaban en barcos, comidos y alimentados. Nosotros peleábamos a veces por alimentarnos, hubo noches en plena guerra viendo miles de balas rasantes pasar a dos o tres kilómetros de nosotros, pero las veíamos. Hacer fuego para comer jugados, diciendo si nos tienen que pegar que nos peguen y que se termine esto. Fue una guerra muy rara, hasta hoy uno se entera historias tristes, quien fue conmigo ahora a Malvinas un excombatiente fue estaqueado en Malvinas por su condición idiológica porque era judío. La verdad que no me cabe en mi pensamiento este tipo de actitudes. Sabíamos que había estaqueados por dejar los armas afuera y todas esas cosas y yo decía estaquean al tipo que después precisan para luchar, una locura y se vivió, de esas había, por religión y me la contó él, entonces te das cuenta el poco grado de preparación de un montón de cosas que hubo. También hay historias de soldados si uno lee un poco la historia, busca y la averigua quien es un tal  Poltronieri, que hasta los propios ingleses no lo podían creer. Un tipo que se aguantó solo el repliegue de toda su companía y aguantó casi una abanzada inglesa durante horas y horas él solito con un amague y mucha munición,y está vivo y vive acá. Malvinas tiene mil historias, todas las que nosotros podamos contar, cada combatiente que fue tenemos un grado del 80% de coincidencia en nuestras historias y la diferencia se debe al lugar en el que hemos estado. Todos tuvimos hambre y frío, pero todos tuvimos un sentimiento que es nuestro país con todos sus defectos, con todos su errores, pero es la tierra en donde uno nació, se crió, tuvo hijos y la tierra que uno quiere ver un día mejor, quizá ya no lo espero para mí, pero si lo espero para mis hijos. Pero solamente creo que lo vamos a lograr sin fanatismos y trabajando juntos, no hay otra.

-U.:¿Después de volver de Malvinas, qué sensación queda?.

-D.A.:La primera y más importante es paz conmigo, me gusta cumplir lo que sueño o lo que prometo, yo quería volver y me lo debía. Hacerlo acompañado de mi mujer y de mi hijo le dió un sabor aún más especial, porque tuve el lugar en donde apoyarme en los momentos de debilidad, en el lugar más seguro para poder llorar abrazado a mi hijo, el mirar para atrás para que núnca vuelva a suceder y pensar para adelante que quiero un futuro distinto. Volví en paz conmigo, pensé que iba a ser un lugar solo de lágrimas y también pudimos reír, festejar. Pude sentir el cariño más sincero y los abrazos más acogedores que son los de un hijo ahí.  Valen lo mismo en otro lado, pero ahí son especiales. Besar a mi mujer allá no era lo mismo que hacerlo acá, ella compartió toda la guerra porque antes de ir a Malvinas ya estábamos juntos. Hace mucho años estamos juntos y me conoce más que yo. Fue muy especial, la primera vez dormir en un pozo de zorro, húmedo, frío y aturdido por las bombas y esta vuelta dormir en la cama con la mujer que uno quiere y despertarte con ella fue especial, sabiendo que te ibas a despertar con una persona especial,fue una situación sumamente distinta fue un polo opuesto con miserias y alegrías, pero con ratos de sensaciones del deber cumplido, de decir no olvidé y nuevamente  decir estoy en paz conmigo. Conectarse es muy difícil, llamar a Malvinas es muy fácil, desde Argentina la llamada es casi gratuita, sale muy poco el costo y por eso llamar a cualquier teléfono de una forma fácil. De Malvinas para acá es casi imposible, si vos compras una tarjeta para poder hablar por teléfono y le cargas 220 pesos que son 10 libras y a veces no podés llegar a hablar un minuto porque los teléfonos se actualizan, entonces te consumió la tarjeta y no hablaste con nadie. Nosotros pudimos conectarnos dos o tres veces desde una compu, desde facebook. Para nosotros fue una alegría inmensa encontrar a un familiar, algún amigo, a un ex compañero de trabajo,conectarnos y decirles los que estábamos viviendo, la verdad que me hizo bien, me puso contento poder mandar dos fotos.

-U.:¿Es posible la recuperación de la soberanía sobre las islas?.

-D.A.: Si, en lo personal como ex soldado mi debate y mi soberanía pasa por quienes están realmente haciendo soberanía en Malvinas que son los caídos, los que quedaron en la tierra, los que quedaron en el mar. Ellos siguen haciendo soberanía y nosotros no olvidándolos vamos a seguir haciendo soberanía en Malvinas. Esto es cuestión de tiempo, mucho tiempo y estoy seguro de que no lo vamos a ver nosotros, no sé cuales serán las urgencias que puede tener un gobierno u otro, pero las peleas deben darse a largo plazo, no llevándole ositos ni regalitos, sino debatiendo en los lugares que se debe debatir. No me corresponde a mí hablar de política si de lo que siento, creo que se puede hacer mucho más, pero creo que tambien es necesario formar un planteamento más lógico, quizá en el tiempo se puedan dar cuenta los que viven en Malvinas que están viviendo en un lugar alquilado, que no les pertenece, quizá se puedan recuperar y tengamos que tolerar que ellos sigan viviendo de la forma que viven. Todos son quizá, todos son preguntas. Creo que la realidad de la soberanía y de un montón de factores está en nuestro caídos, está  en nuestra geografía y en nuestra historia y eso no hay bandera de gobierno alguno que lo pueda cambiar. Quizá hoy no flamée la bandera Argentina, pero el tiempo nos va a dar la razón, solo es cuestión de esperar,pero sin que cueste una vida más.

-U.: ¿Por qué Inglaterra quiere continuar con la posesión de una colonia en estos tiempos?.

-D.A.: Creo que la lucha es por una posibilidad de acceder a la Antártida que tiene recursos,que si se sabe que tiene agua dulce y la forma de seguir centando presedentes de soberanía es con presencia, quizá es la menos dañina, la más persistente y a la larga quizá sea eficáz. Seguir teniendo presencia en Malvinas, aunque sea en ese cementerio haciendo flamear nuestra bandera. Seguir diciendoles a los verdaderos héroes de la guerra, no los olvidamos y que estamos hablando de muchas cosas y todavía no le podemos dar identidad a nuestros caídos. Creo y estoy convencido que va a ser un proceso largo, pero como vivimos en un país que las cosas se exigen de un día para el otro va a ser difícil de sobrellevar con nosotros mismos. Hemos visto países que han sido arrazados y han vuelto a hacer potencia solamente con trabajo y esmero a veces nos cuesta a nosotros por ideología, por forma de ser. Si me preguntan hoy, lamentablemente, Malvinas es una colonia inglesa, en el siglo XXl, algo inconcebible, algo intolerable pero hoy es así. Quizá a mediado del siglo, quizá más adelante deje de ser colonia y vuelva a ser una parte más de nuestro país. Viven haciendo ejercicios militares, manteniendose en forma ante un posible ataque argentino, algo ilógico me parece. En tal punto está el desagrado que tienen para con nostros, que en una faro te dice la distancia a Chile y te la dicen dando la vuelta por el mar, no los 600 kilómetros que son de forma directa sino los 11.000 dando la vuelta al mundo. Hay muchos traumas y muchos dolores, las guerras la deciden dos o tres, la pelean los soldados y mueren los soldados para beneficio de esos dos o tres. El tiempo decidirá. Nuestros héroes siguen haciendo soberanía en Malvinas y en el mar que los rodea.

-U.: ¿El país reconoce a los ex-combatientes?.

-D.A.: Yo digo que el mayor reconocimiento a veces es un abrazo, preocuparse por lo que uno hace o acompañarte en lo que uno dice, sentir el cariño y el afecto terrible que te dan cada vez que visitas una escuela. Nosotros cada vez que vamos a una escuela a dar una charla sembramos soberanía, creamos conciencia. Después de mucho tiempo hubo cierta reconciliación con la gente, fue muy dolorosa la vuelta, es una herida también abierta. Todos los ejércitos del mundo reciben a sus soldados, aún en las derrotas, en la principal de sus avenidas para saludarlos y homenajearlos, a nosotros nos trajeron a escondidas y de noche. Nos entregaron a nuestras familias para que guardaramos silencio. Pasó mucho tiempo hasta que empezamos a reconciliarnos con la gente, que emepezaron a olvidarse de los chicos de la guerra y los que habían perdido Malvinas, empezamos a ser combatientes. Tuvimos reconocimientos, quizá el que menos vale es el económico, vale mucho el decirte que estuvo buena la charla que dio el tipo ese. Un reconocimiento muy fresco que tengo es que en Montine London en estos días cuando estabamos allá, donde hicimos cima en ese lugar había ocho cordobeses que habían ido a acompañar a uno de ellos, que había perdido a un familiar en Malvinas. Esos siete amigos acompañaron al otro y nos encontramos en Montine London y recibir el abrazo con lágrimas del tipo de 37 años fue un premio, fue un homenaje, un gracias y abrazar a esos ocho cordobeses que le dijeron a mi mujer «gracias por cuidar a este negro». Fue algo maravilloso, me sentí orgulloso de mí mismo y me sentí orgulloso de lo que habíamos hecho, fue un abrazo de hermano y yo podría haber sido quizá hasta el padre de ellos. Fue único y no tiene precio. Esa es una, la otra cosa que no quiero olvidar, es que yo quiero hacer una diferencia ya que tengo la posibilidad de hablar, con los movilizados que a veces se quieren presentar como combatientes. La diferencia es que ellos no vieron morir a nadie, ellos no pasaron hambre, ellos no durmieron en el barro o en la turba, no saben lo que son caer las bombas de aviones y el ruido de las ametralladoras que pasaban cerca, no saben lo que fueron ver volar las esquirlas, ver compañeros muertos. Por la honra de los que calleron, por la memoria de los que fuimos, el título de combatientes nos pertenece. No somos más que nadie, pero somos ex combatientes y duele que a veces se mezclen los tantos. Nosotros la vivimos y ellos no. No me hace mejor, ni peor, solamente nosotros tuvimos la realidad y ellos creo que no. Yo porque ponga una curita jamás voy a ser médico, porque haga una cuenta jamás voy a ser maestro, pero yo si soy ex combatiente porque yo fui, estuve y vi, ellos no.

por Carlos Sanchez

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Reddit
Pinterest
Telegram
Email

Otras Noticias que pueden interesarte