Magdalena Urbana

El “cuento del tío” en primera persona

Días pasados recibimos un llamado de una persona a nuestra redacción, contándonos lo que había ocurrido. Nos contactamos personalmente, charlamos sobre su situación y a continuación detallamos lo ocurrido.

Por razones de seguridad, quisimos resguardar su identidad, ya que es una persona mayor la que sufrió este llamado y que gracias a Dios, no se concretó la estafa.

“Eran las 5 de la tarde, recién había terminado de tomar unos mates” nos relata María. “Suena el teléfono, atiendo y muy amablemente un señor se presenta, con nombre y apellido, como trabajador de Anses de casa central de provincia. Después de decirme su número de matrícula y DNI, al que insistió en que tomara apunte, comenzó a hablar sobre una ley de retroactividad” señalaba la víctima.

“Ahí me comentó que había sido beneficiada por esta ley, en donde me nombraba los años que no había recibido aportes (desde el ´85 al ´90) entonces iba a recibir un dinero. Por supuesto, que me puse contenta porque me hablaba mucha plata (risas)” nos comentaba María.

El supuesto trabajador de Anses le ofrecía algo de $225.000 más 4800 pesos que María iba a cobrar por una malversación de fondos según detallaba el estafador.

La conversación siguió con normalidad nos decía la víctima: “Después me dio un turno para que vaya a la oficina de Magdalena, y ahí tenía que llevar unos papeles, que ya ni me acuerdo que me dijo. Pero justo en ese momento entra mi hijo y me pregunta con quien hablaba, a lo que respondí muy contenta que me habían llamado porque iba a cobrar una plata”.

Afortunadamente, el hijo de María tomó el teléfono y se hizo cargo de la situación. Todo era normal hasta el momento que el estafador le propone que tenía que dirigirse al cajero más cercano o home banking para realizar el deposito.

El hijo, se dio cuenta de esta acción, le siguió la charla hasta que lo desenmascaró y el estafador colgó el teléfono.

El procedimiento era que el supuesto beneficiario vaya al cajero, a través de un celular lo iban a llamar cuando estaba ahí, le pasaban una clave y de esa manera la trampa ya se hubiera concretado, ya que ellos entrarían a su cuenta y tendrían acceso a todo el dinero de María.

Gracias a Dios, todo quedó como una anécdota que seguramente quedará en el recuerdo.

Con este relato en primera persona queremos, en primer lugar, alertar a los abuelos y que, ante cualquier llamado extraño de este tipo, llamen urgente a algún familiar y de esa manera truncar dicha estafa y luego hacer la denuncia correspondiente.

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