En la provincia de Buenos Aires, más precisamente en la localidad de Vicente López, vive Francisco Bellotti, quien fue el creador de golosinas que marcaron las infancias de muchas generaciones y que, hasta la actualidad, se mantienen en el tiempo. En las últimas semanas, a sus 92 años, se convirtió en ciudadano ilustre del municipio bonaerense.
Cada 29 de septiembre es el Día Nacional del Inventor, una fecha en homenaje a Ladislao José Biró, un húngaro nacionalizado argentino que creó la birome, la cual cambió y revolucionó por completo la forma de escribir en todo el mundo. En la Provincia hay muchas personas reconocidas por crear objetos y productos importantes, y Francisco es uno de ellos.
Estudió Química Industrial en la Universidad Nacional de Buenos Aires y trabajó en empresas muy reconocidas como Fanacoa, Stani y Bagley, creando productos que consumimos diariamente en todo el país. Desde aderezos hasta increíbles golosinas que marcaron un antes y un después: chicles, alfajores, chocolates, galletitas, bombones, caramelos, entre otros.
Sin embargo, su primer trabajo fue en un laboratorio medicinal que quedaba muy cerca de su casa y luego se pasó al rubro de alimentos. Pese a que se hizo muy conocido por sus creaciones en marcas de golosinas, explicó a INFOCIELO que todos los trabajos fueron igual de importantes en su vida.
De trabajar con medicamentos a crear las golosinas más populares de Argentina
El bonaerense se reconoce como “un trabajador de la vida” y cuenta que fue gerente de fábricas de varias empresas. En Fanacoa trabajó realizando mayonesas y mostazas, luego en Stani recuerda haber participado en los tan populares chicles Bazooka, golosina que generó que niños y niñas corran a los kioscos por su tan característico gusto a tutti frutti.
Pero, sin dudas, su gran oportunidad laboral fue cuando ingresó a Bagley, una cadena argentina que se especializaba en realizar galletas dulces y saladas desde 1864. Allí, Francisco tuvo el espacio para desarrollar todos sus conocimientos y dejar volar su imaginación.
«Resulta que un día me llamaron de Bagley y me dijeron que tenían una oblea muy rica pero que era tonta y necesitaban que la vista», manifiesta el hombre de 92 años refiriéndose a las clásicas Ópera y agrega: «Yo agarré la oblea y la empecé a vestir. Le puse cuatro obleas, la bañé de chocolate, la rellené con crema de maní y varias cositas que son las que fueron reformando el producto».
Ahí fue cuando nació el Tubby, en el que Bellotti se adjudicó el 3, 4, 5 y 6. Se trataba de una golosina que realmente fue furor en la década del 80 y que su publicidad tenía una canción muy pegadiza, interpretada por el rosarino Rubén Goldín.
Al respecto, expresa que al comienzo «varios me dijeron que no iba a funcionar» y en el momento en el que tenía una muestra avanzada del producto, «llamé a algunos gerentes de la empresa para que lo probaran. Uno me dijo que no tenía sabor a nada y otro que ‘tiene un gusto medio fulero’. Por suerte no le di bola a ninguno”.
Pese a que reconoce que en un comienzo no tenía mucha aceptación en el público, con el tiempo el Tubby fue una de las golosinas más pedidas. Incluso, comenta que hacían «2500 kilos por día de Tubbys», convirtiéndose en la creación más importante de su vida, por el fanatismo y amor que logró en los niños y niñas de aquella época.
Sin embargo, Francisco inventó más de 50 productos para la empresa de golosinas, entre ellos, el chocolate Graffiti, las galletitas Tentaciones y Sonrisas, los bombones Amore y el alfajor Blanco y Negro.
Más que un trabajo, una pasión
“Yo llegaba a la fábrica a las 9:00 más o menos y me iba a las 17:00 o 18:00 horas. Almorzábamos en la fábrica”, sostiene el inventor de 92 años y asegura que esa cultura de trabajo la absorbió de su familia que era oriunda de Italia. Además, agrega que en aquel entonces “me encantaba mi trabajo, me pagaban por hacer lo que más me gusta hacer”.
Ese amor se sostiene hasta hoy en día: “si fuera por mi yo seguiría trabajando de eso. Paré porque me tuve que jubilar, pero puedo seguir. Sigo teniendo ideas y tengo la cabeza fresca”, manifiesta Francisco a este medio.
Ya jubilado siguió trabajando 9 años más con la empresa, y dejó porque se comenzaron a cambiar algunas recetas: “Al alfajor Blanco y Negro siempre le pusimos almendras molidas arriba, pero un día los nuevos dueños me dijeron que había que cambiarlo por maní, para abaratar costos, y yo me negué».
En aquella época también trabajó y colaboró con marcas muy reconocidas: en Havanna ayudó a los alfajores y creó algunas de sus tortas; mientras que en Bimbo inventó el alfajor que hasta en la actualidad se puede conseguir.
Fuente: infocielo.com