Primera planta piloto de reciclado de pilas del país

Se calcula que un argentino consume, promedio, diez pilas por año. Una vez arrojadas como residuos, los metales pesados y tóxicos que las componen -zinc, manganeso, plomo, cadmio, cromo- se liberan al medio ambiente, por lo que inevitablemente contaminan el entorno. No por nada la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación categorizó las pilas, hace algunos años, como «residuos peligrosos».

Frente a la ausencia de una medida general para evitar esto, hace tres años un grupo de científicos de La Plata echó mano a una serie de conceptos de la química verde -más amigable con la salud y el medio ambiente- y materializó un proyecto de investigación dentro de la Planta Piloto Multipropósito (Pla Pi Mu), ubicada en Camino Centenario y 506, con el objetivo puesto en el tratamiento y la recuperación de pilas alcalinas y de zinc y manganeso agotadas. Hoy, esa planta piloto tiene capacidad para reciclar entre ochenta y cien kilos de pilas al mes, y la idea está en proceso de conseguir su patente: habría empresas y municipios interesados en comprarla. ¿Cuáles serían los beneficios de que se expandiera por todo el país? Desde menos baterías arrojadas a los rellenos sanitarios hasta una reducción del uso de metales vírgenes en la producción de baterías.

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Todo empezó con una tesis en 2008. La responsable, Lorena Falco, era una joven becaria de Horacio Thomas, químico e investigador del Conicet, que se dedicaba desde hacía algunos años a buscar soluciones a dificultades ambientales. Lorena comenzó estudiando el problema de las pilas a escala de laboratorio y después lo pensó como una prueba piloto.

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