Podremos tener infinidad de defectos, pero los magdalenenses, ante cualquier adversidad, nos surge esa imperiosa tarea de ayudar a los que más lo necesitan. Hoy, estamos atravesando esta pandemia, donde, además de cuidarnos mucho, pone a flor de piel, un montón de necesidades de familias que la sufren desde otro lado.
En esta primera entrega, la palabra de Leo Sanchez, una de las caras visibles de esta cruzada y vecino de nuestra ciudad, se propuso, junto a su familia y amigos, darle una mano a esta gente. Por esta razón, nos comunicamos para saber un poco más de esta historia de vida, y hacerle conocer al lector, que también hay cosas positivas en este tipo de crisis.
– Urbano: ¿Cómo surgió esta idea?
– Leo Sanchez: Esto surge a raíz de lo que ocurre con esta pandemia (Covid-19) y ante la situación de encontrarnos en casa, ya que mi hijo agarró la manija del negocio, nos pareció bueno aportar algo, más que nada para la gente que lo necesita. Así que comenzamos a realizar viandas y hoy sin ser cocinero me encuentro picando 10 kilos de cebolla, una bolsa de papas, haciendo un montón de cosas que antes no hacía. Hay casos de que me han pedido 2 viandas para compartir en 3 chicos, eso me pone muy triste, eso quiere decir que ese padre tocó fondo. Esto ya no es una cuestión de gobierno local o provincial, esto es una emergencia mundial, sobrepasó todos los límites. Acá no hay partidos políticos. Somos todos uno. Cuando ves esas caritas de los nenes es felicidad completa y nos da tranquilidad y paz. Me siento tranquilo porque siempre fui igual.
– Urbano: ¿Hoy por hoy a cuánta gente estás ayudando?
– LS: Creo que hasta el momento tenemos casi 40 familias y la verdad que a veces se nos hace difícil por el tema del reparto, pero bueno hay que seguir. Hoy, le estamos dando prioridad a niños y personas mayores, porque no me puedo exceder de las 300 viandas por la capacidad de las ollas y todo eso y de mi capacidad física y lo que hace mi señora (Emilce) es impagable. Pero es algo único y creo que es el momento donde todos deberíamos ser solidarios. Es una cuestión de abrir el corazón y darle para adelante.
– Urbano: Seguramente hay muchos amigos que te ayudan.
– LS: Los amigos que tengo son unos fenómenos, valen oro. Estan todo el tiempo preguntándome qué necesito. Eso no tiene precio, te llena el alma todo el día. No te dan respiro. Cuando encontras a tu gente que te apabulla de afecto y cariño es lo más. El «Negro» Poroto Aquino cuando cayó con una caja de bandejas fue increíble. Calculo que eran las únicas que tenía en el carro y no dudó y me las dio, y sabes porque no dudó, porque al negro Poroto, a Ramoncito, a todos los Aquino, son mis hermanos de la vida. Ellos lo hacen porque saben lo que es pobreza, por eso me emociono con esto. Otro que te nombro el Vasquito Aramburu que viene como con 40 kilos de pollo, Gastón Ludueña, Lisandro Viña, Martín Castelli, Jorge Volpara, Ezequiel Salerno, Lucas Sanirato, Martín Rappé, «Cartulina», mis hermanos, mi padres, Francisca Arzubi, Raúl Capone, seguramente me olvide de alguno y quiero que me entiendan. La solidaridad te sale desde adentro y solidario se nace y tendrías que haber conocido la pobreza, porque la sufrió y la conoce bien. Pero también hay gente con mucho más poder adquisitivo que tiene unos «huevos» terribles y es para destacar también.
– Urbano: ¿Cómo llevas el día a día?
– LS: Hay que seguir, no queda otra. Hay que ayudar y si tengo la mala fortuna de contagiarme y morir en el ruedo, y bueno, sabré que lo que hice, fue de corazón, quedate tranquilo. Te lo garantizo por mi hijo que lo tengo en el cementerio y por los míos que están acá que voy a dejar mi vida para ayudar. Es lo único que sé hacer. Algunos me dicen: «che te vas a meter en política despues de esto?». No hermano, la política no es vida. Es para los que saben y yo no se nada de política. Lo único que se hacer es trabajar y ayudar. Todos me dicen: Dios te va a ayudar más. Yo ya no quiero más nada de Dios, es demasiado bueno conmigo y además me da fuerza para terminar los repartos, que te digo la verdad se hacen difíciles. Llego muy cansado a casa pero feliz, así que le prendo mi vela a la Rosa Mística, me pego un baño, me tomo mi té y a la cama. Mi quincho es mi comedor de campaña.
– Urbano: Contame un poco como fue ese primer día que decidiste comenzar a ayudar?
– LS: El primer día comencé con 73 viandas. Publiqué en las redes sociales que empezaba a cocinar y ahí empezó la cadena de mensajes. Cuando hago el recorrido y te vas arrimando a las casitas, ves a los nenes como «cuises» asomando la cabecita y entran y salen corriendo de las casas. Increíble. Gritan como si hubieran hecho un gol y uno lo que le les lleva es comida, así que imaginate. Es una mezcla de satisfacción y tristeza. Y ni hablar cuando fue Pascua que fuimos con Roscas y Huevos. Me vengo lleno de amor todas las noches.
– Urbano: ¿A que hora arrancas el reparto y quienes te acompañan?
– LS: En mi casa somos 3. Emilce, el Toko y yo. Ya a partir de las 7 hasta 11 y media empezamos a sacar viandas. El reparto lo hago yo solo. Pero por afuera hay mucha gente que colabora. Gaby Paniagua, Franchi, mi vecina aca enfrente, mi papá también colabora. Mauricio Vega nos dona 3 kilos de pan todos los días, por iniciativa personal. Para mi son mis héroes, por más que me digan que no los nombre, yo los voy a nombrar mil veces. Atrás mío hay mucha gente. El otro día apareció Leandro Cabezas con latas de tomate. Esto te da fuerzas para seguir y no tengo palabras de agradecimiento con esta gente y el día que esto pase y estemos bien, voy a juntarme con toda esta gente y hacer una gran fiesta de agradecimiento. Y después también está el perezoso que está para opinar y para mirar el lado oscuro que para ayudar. Hoy más que hablar, hay que hacer. Hoy te digo que hay 12 o 13 familias que si necesitan apoyo. El resto no digo que no, pero se la rebuscan con sus changas, pero hoy están todos por esta problemática que vivimos.
– Urbano: Una vez que termine esto ¿te planteaste seguir ayudando a esta 13 familias?
– LS: Si hay posibilidades sí. A mí me piden trabajo todo el tiempo. Pero no puede ni quiero ampliar más mi rubro. Quiero estar tranquilo. Hoy, gracias a Dios puedo ayudar, pero no sé si el físico me va a dar para más.
– Urbano: También nombraste a un hijo que te acompaña desde otro lugar y hoy está presente en todo esto…
– LS: Exacto. Soy muy creyente de todo eso. Aca somos conocidos de toda la vida. Me he caminado todo Magdalena con un carrito y una bici. Hoy soy el mismo tipo pero con otros recursos que en realidad no fue mi búsqueda. Hay que saber que la plata no maneja a la persona, sino estamos en el horno. Esa es la realidad. Hay que manejarse con principios, educación y respeto. Por ahí uno se ha desbandado un poco porque tengo mi carácter. Es lindo. Estoy muy feliz de haberme criado donde me crié. Agradecido a la gente de Magdalena que te da fuerza todos los días.
– Urbano: De ese Leo que hablaste hace un rato, hoy ya con 8 comercios, hubo un motor importante que siempre fue para adelante no?
– LS: Yo arranque de chiquito. A los 7 años empecé a trabajar con Hector Gesualdo. Un tipo de temple dura, pero de corazón muy bueno. Ella una mujer tierna, chiquitita, la amo. Siempre los tengo presente. De ahí me iba a cartonear hasta las 12 de la noche. Me acuerdo que mamá le decía a papá: «MIguel pará a ese chico» y a mi no me paraba nadie (risas). A los 14 años me compre mi primer auto. En los ´90 comprarte un auto no era fácil. Era un Citroen 2cv impecable. Me acuerdo que siempre guardaba la plata en una caja de zapatos y ahí iba ahorrando. Nunca paré de trabajar. Trabajé como pescador, en la leña, con el junco y nunca fui interesado. Si había que destapar una cloaca lo hacía. Nunca tuve pereza. Hoy tengo otra situación económica que siempre agradezco, pero te soy sincero, si Dios me aprieta como estuve en el 2004 con Lucianito en terapia intensiva, yo entrego todo y arranco desde cero. Hay que pensar que uno mientras tenga a sus seres queridos con salud, lo demás pasa a un tercer plano.
Entrevista: Carlos Sanchez
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