El 15 de enero de 1999 a las 14.30, frente a las costas de Magdalena, provincia de Buenos Aires, el barco Sea Paraná, de bandera alemana, impactó contra el buque Estrella Pampeana de la empresa Shell. En su bodega se transportaban más de 30 mil metros cúbicos de hidrocarburos. Minutos después, unos 5.400.000 litros de petróleo flotaban en las aguas del Río de la Plata y se iban acumulando en la costa bonaerense.
En plena temporada estival, la llegada de esa mancha negra a los balnearios auguraba una situación muy mala. La preocupación y el revuelo entre los habitantes, turistas y autoridades fueron inmediatos.
La empresa y el municipio intentaron poner en marcha un plan de contingencia que resultó absolutamente ineficaz y hasta ridículo: decenas de jóvenes en ojotas, armados con baldes y secadores de piso hicieron lo que pudieron contra los millones de litros que no paraban de llegar. En días no hubo nada más que hacer.
El impacto del derrame fue inmediato; todo el ecosistema de la faja costera se alteró y se produjeron efectos de larga duración que aún perduran. La actividad balnearia, directamente, nunca más se recobraría.
Debido a los daños, en 2002 el municipio de Magdalena presentó una demanda por casi 35 millones de dólares a la empresa Shell, iniciativa que no fue acompañada ni por el Estado Nacional ni el Provincial. La compañía ofreció –a cambio del cierre de la causa y el desconocimiento de su responsabilidad– 10 millones de dólares y cierta «ayuda» al desarrollo de la ciudad. A pesar de firmar en esos términos, la ayuda y el dinero prometidos, nunca aparecieron.
Dos décadas después domina la nueva flora caracterizada por especies arbustivas y arbóreas que, como no podía ser de otra manera, han alterado también su fauna.
Unos años después, en su reporte anual, Shell llevaba tranquilidad a sus accionistas expresándoles que «el plan de contingencia desplegado en Magdalena permitió recuperar parte del petróleo crudo de las aguas». Gracias a ese documento, se supo que ese material rescatado había proseguido hacia alguna destilería para terminar convertido en combustibles. Es decir que el sentido del plan no era cuidar el ecosistema sino disminuir todo lo que se podía las pérdidas.
La Argentina ingresó hace 20 años a un triste récord en el listado de desastres ambientales producidos por empresas petroleras: fue escenario del mayor derrame de petróleo en agua dulce en la historia mundial.
Sin embargo, ese mismo día los habitantes de Magdalena ingresaron a otra lista, algo menos promocionada: la de una sociedad que es víctima de la injusticia, la falta de protección del Estado y la impunidad de aquellas corporaciones, que tienen el poder para destruir vidas, pueblos y ecosistemas sin pagar las consecuencias.
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