Magdalena Urbana

73 años de Villa Garibaldi: La historia detrás de su fundación

Hoy cumple años la institución azulgrana de nuestra querida Magdalena y con esta nota publicada en Revista Urbano en octubre de 2014, quisimos recordar ese momento y celebrar un cumpleaños más del club del pueblo nacido un 8 de marzo de 1951.

UN POCO DE HISTORIA

“Corría el año ´48 y recuerdo que era una barra que se juntaba en la plaza Garibaldi a patear, como se dice habitualmente cuando se juega al fútbol…”, nos relataba “Cholo” Molina.

En esos años casi todo el pueblo estaba representado por los actuales clubes del momento, Sport Club y Unión y Fuerza y entre ellos estaba Costella que tenía en aquel entonces un almacén, lugar donde en su momento nació el club “tortero” y quien también fuera su primer presidente. El problema era que había mucha gente que jugaba al fútbol y esta barra de chicos, no tenía su lugar. Así comenzó todo esa historia.

La reunión previa era en lo de Podestá y un día de esos de los que suelen hacer historia, se forma una comisión para poder crear el club. Estaban Tilo Videla, Reno Aguirre entre otros tantos. En ese entonces no había sede ni nada, pero eso no detuvo el empuje de estos jóvenes que eligieron su lugar de encuentro en un galpón viejo, hoy, la fábrica de bolsas de polipropileno, o sea, haciendo cruz con la actual sede del club. Ahí, en ese lugar fue el comienzo de lo que hoy conocemos como el club Villa Garibaldi.

Paralelamente en esos días, funcionaba en lo que es hoy el club, la antigua Sociedad Italiana, propiedad de José Iacovone. Habitaban una pareja de ancianos como cuidadores y el día que ellos fallecieron, esa casa quedó abandonada. Ahí fue cuando este grupo de jóvenes le pide a Iacovone que le prestara ese lugar para poder reunirse. José se los prestó con la condición que se lo mantuvieran y se lo cuidaran.

El primer paso ya estaba dado. Era marzo del ´51 y el club tenía sede propia. Lo primero que se hizo fue una cantina (algo que no podía faltar en esa época) y de esa manera, ese lugar se fue convirtiendo en forjador de tantos dirigentes que dejaron sudor y lágrimas por esta gloriosa institución.

PRIMERAS CASACAS Y ENCUENTROS

Antes de fundarse el club, Don José Podestá dona un juego de camisetas blancas y que en su momento alguien con mucha iniciativa e imaginación se le ocurre sellarlas con el nombre de Villa Garibaldi. A esto hay que agregar que la abuela de Mixto Hanley, fue la encargada de bordar el nombre del club en un banderín con los colores verde y blanco.

Después, al tiempo, vendría la camiseta con los colores de San Lorenzo, donada por Toto Capone, quien en ese entonces tenía una orquesta y a su vez formaba parte de la comisión.

Ahora bien, lo que faltaba era la cancha propia. Y así fue que por intermedio de Tilo Videla quien era del barrio, consigue una manzana (hoy actual cancha del Fuerte Barragán) para que Villa Garibaldi tuviera su propia cancha de fútbol. Eran todas plantas de espinillo y tala, así que la limpieza no fue nada fácil, pero con trabajo se pudo concretar. El tema de vestuarios y baños, fue toda una innovación. Se pusieron palos y bolsas y de esa manera se improvisaron los vestuarios. El agua se la traía de lo Barragán, no había bomba ni nada, pero las ganas de jugar pudieron más y hubo encuentros con varios equipos del Partido, entre ellos Vieytes, Bavio, Unión y el Sport.

Pasaron varios años y llegando al año ´56, cuando estaba el comisionado local Rolindo Casamiquela, cede un predio (actual cancha de Villa) a la comisión directiva del club para que pudiera tener su cancha nueva. Ahí nuevamente se empieza con la limpieza, pero había un problema. Era demasiada corta. Así que se compra una parte de un terreno para poder estirar la cancha y que cumpla con los requisitos mínimos. Si hoy pasamos por ese lugar, vemos que detrás de un arco (que da sobre la Iglesia Evangélica) sobre esa callecita, hay una especie de curva que no condice con el lineamiento de lo que sería el trazado normal de una cuadra. Una vez solucionado esto, ya se empieza a jugar allí, dejando el otro predio abandonado.

Por supuesto que en este nuevo lugar no había tejido que delimitara el campo de juego con los espectadores, así que se decide poner “siempre verde” en toda la vuelta del predio. Después de un tiempo, se hizo un cerco de casi un metro y medio, hasta que una fuerte helada de invierno quema literalmente aquel ligustro. No quedaba otra que poner alambre y así sucede.

El Sport Club, por ese entonces había decidido remover la piedra que tenía en su cancha y para eso tuvieron que sacar el alambrado. Villa, en ese momento le prestaba el predio para que jugaran de local y fue que a través de esa amistad (no se cobraba algún alquiler), el Sport Club le cede el alambrado que ellos habían retirado y de esa manera el club Villa Garibaldi tuvo su primer alambrado en la cancha de fútbol.

VESTUARIOS Y DEMAS

Año ´83/´84. Ya existía alguna edificación, pero el club necesitaba algo más que eso. Fue así que en una reunión en el club Villa Elvira, la delegación de Bochas de Villa, había sido invitada a un torneo y aniversario. Vino la cena y allí se encontraba el secretario privado del entonces gobernador Armendariz, primo de la señora del contador Julio Echeverría (Lucy Diez). Cuando esta persona vio gente de Magdalena sin dudar se contacta con “Cholo” Molina. Después de conversar un rato, se le pide un subsidio para hacer los vestuarios y de esa forma poder concretar ese sueño tan ansiado. Después de un tiempo, Diez (secretario de Armendariz) es invitado especialmente al aniversario del club y en su recorrida por las instalaciones ve todo el trabajo que había en el predio, de esa manera la emoción y el agradecimiento se hicieron uno y el club Villa Garibaldi cumplía otro sueño.

Luego de esto vino el alambrado olímpico, durante la presidencia de Ruben Albornoz y el piso totalmente nuevo en el gimnasio y salón de fiestas. A esta serie de obras le sucedió la renovación de la cantina y otras más seguramente, que algún “villero” recordará.

Para terminar esta pequeña y sincera historia, no puedo dejar de nombrar a aquellos que vienen a mi mente como una especie de catarata. Desde aquel Tilo Videla, Reno Aguirre, “Cholo” Molina, “Ñato” Videla se fueron sumando otros tanto como “Mincho” Irazú, Alfredo y “Chiquito” Llanos, “Mixto” Hanley, Horacio Giardinieri, “Goro” Montes de Oca, Hugo Moriena, Alberto Rivero, Luis Castelli y tantos otros que no me llegan a la memoria. Dirigentes que dejaron horas y algo más… en este humilde club que según dichos de la calle llegaron a tener casi 800 socios. Eran otras épocas, ávidas de todo, pero repletas de compromisos compartidos entre todos, en familia, luchando y trabajando por el bien de esta gloriosa institución.

CM

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